“… el fenómeno actual de adolescentes nucleados en torno de la cerveza nos hace pensar que juntarse y tomar son términos de una ecuación variable, donde a veces se juntan para tomar, y otras toman para juntarse. Todo ello puesto al servicio de una ilusoria salida de la realidad, una realidad que se ha tornado cada día más difícil de ser vivida. Ilusión porque la ingesta alcohólica nada transforma de lo que oprime, sino alucinatoriamente y con progresivo deterioro y pérdida personal.”
Jorge Pellegrini, psiquiatra. ¨[1]